Nunca como ahora el valor de la belleza ha sido tan atado al éxito. Los medios de comunicación, la farándula y la moda imponen nociones de belleza no pocas veces ligados con la sensualidad y el erotismo.
El asunto no es fácil, pues se superponen conceptos filosóficos complejos como ética, moral, arte y belleza.
El ser humano per se está dotado de una natural sensibilidad hacia lo bello, así, reconoce con facilidad desde la tierna infancia los rostros bellos.
La asimilación conceptual de lo bello tiende a coincidir en las personas.
Por otro lado, es claro que los aportes culturales modelan de alguna manera esa sensibilidad hacia lo reconocido como bello e imponen una alteración conceptual que lo modifica.
Los senos bellos han cambiado al ritmo de la moda, sobre la base del concepto erótico, hacia senos grandes y no pocas veces enormes.
Igualmente ha ocurrido con los cuerpos cada vez más delgados, lo que ha llevado la deformación cultural al límite de lo patológico, causando una epidemia de anorexia nerviosa y bulimia en la sociedad actual.
La cirugía plástica, mayormente en su aspecto de cirugía estética, lidia con el concepto de belleza en su más compleja dimensión. Esto es así por que involucra la belleza misma en su aspecto natural como sensibilidad estética, la modificación y a veces deformación cultural del concepto, y la apreciación subjetiva del individuo resultado de su propio equilibrio psicológico.
Así las cosas la práctica de la cirugía plástica se constituye un ejercicio de alta complejidad que involucra las dimensiones ya mencionadas además de la dimensión física del acto quirúrgico y sus eventuales consecuencias para la salud y la vida.
Cada día es necesario sentar con mayor firmeza la necesidad de que esta especialidad sea vista por el ciudadano común como es vista cualquier especialidad medico-quirúrgica, esto es, como un ejercicio que requiere altos estándares educativos y el desarrollo de complejas habilidades técnicas.
De esta forma el ciudadano esta menos expuesto a caer en las garras de ofertas facilista, propagandas maliciosas y pseudoespecilistas, todos ellos motivados por el afán de lucro y poco o nada interesados en el bienestar, la salud y la vida de las personas.